Relatos

Guardagujas

Antigo_Tren_Old_Train._Santiago_de_Compostela

Foto: Antigo Tren, Santiago de Compostela (Noel Feans)

Vía 1

Tiene veintipocos años, el pelo negro corto y un flequillo que le cae sobre los ojos cuyo color apenas dejan ver unas lentes de cristal muy fino. En la mesita desplegable de su asiento, un estuche redondo de tela estampada de flores y una carpeta azul de gomas. Con la vista fija en la hoja en blanco Sigue leyendo

Estándar
Sin categoría

Paren la guerra

«No queremos entrar a su país. Ustedes sólo paren la guerra».

El guardia intenta sonreír ante el aparentemente sencillo ruego del niño, pero en lugar de eso una mueca, mezcla de indignación, tristeza e impotencia asoma a su rostro. Las cámaras se alejan, con esa frase tendrán titulares para ir tirando un par de días, y el niño vuelve con su familia al lado de la vía. Una vez en el colegio, antes de que la guerra volase por los aires todo lo que creía inamovible, leyó en un libro que en Europa ya no había fronteras, que las personas eran libres de ir donde quisieran, que una vez derribaron un muro en un lugar llamado Berlín y en aquel momento esa idea le pareció la más maravillosa del mundo. Pero lo cierto es que parecía que ese libro había olvidado algo, porque es verdad que había gente que sí podía ir donde quisiera, de hecho la policía los dejaba entrar a los andenes y montar en el tren… Pero cuando él y su familia lo intentaron, un gesto con la mano les hizo entender que no. Que aquel no era su tren. Que deberían esperar un poco más.

«Sólo un poco más, mamá», le decía a su madre. Y se acordó de lo que escuchó ayer en un corrillo, de que decían que hubo gente que montó en un tren, que les dijeron que ese tren iba a Alemania y los abandonaron en un campo… Pero no, eso no era posible. Nadie dejaría abandonada a su suerte a alguien que huye de una guerra…

Y al pasar, observa a un hombre gritar, tirado en las vías abrazado a sus hijos, pidiendo por favor que los saquen de allí… Los soldados se tiran a la vía, forcejean con el hombre que acaba por vencerse y sube al andén, roto, con el alma partida por dentro, pero abrazado a sus hijos…

«Sólo un poco más, mamá, sólo un poco… Un poco mas». Y de repente lo entendió todo. Y el niño se hizo hombre. Y sus ojos se cubrieron de lágrimas.

Estándar