Hay algo que me llama la atención poderosamente, me tiene enganchado, alucinado, flipado y muchas cosas más terminadas en -ado, y es el programa de Cuatro “First Dates”. Más que un programa ya es un fenómeno social, algo hipnótico… ¿Sabes cuando vas por la calle y ves a alguien mirando el móvil y por el mismo ensimismamiento está a punto de pegársela con una farola, de meterse en el alcorque de un sauce llorón o, en el peor de los casos, de ser atropellado por un autobús? ¿Y qué hacemos ante esa situación? Exactamente, lo que haríamos todos: observar atentamente y disfrutar de la hostia. Y si pudiera ser con palomitas y un mando a distancia para hacer replay a cámara lenta, mucho mejor. Pues eso es First Dates, un montón de gente camino del vacío, y nosotros esperando para disfrutar cómodamente de la caída, en HD y con sonido envolvente. Para los no iniciados, decir que First Dates consiste en que gente sin pareja, y con las más diversas y (salvo honrosas excepciones) extrañas personalidades, va a un “restaurante” a conocer a otra persona que el programa ha decidido que podría ser su pareja ideal. También hay que decir que en ocasiones sería más fácil que un mono con una máquina de escribir y los ojos vendados escribiese El Quijote que el hecho de que algunas de las parejas congenien. Yo creo que hay un “topo” infiltrado en el equipo de selección al que se la suda todo y propone las parejas más extravagantes: “Venga, a este que dice que le gusta la música clásica, los madrigales renacentistas y coleccionar sellos lo vamos a juntar con esta poligonera amante del reggaeton, el electro latino y las siete películas de Fast and Furious… Buuuuuuum, in your fucking face, Cupidooooooo…”.
Antes de entrar a plató, se emite un vídeo con una presentación de cada espécimen, o sea, de cada persona que va al programa. Y ahí ya entramos en el trending topic de las obviedades: El rey de los lugares comunes es ser “amigo de sus amigos”. Porque claro, decir en la tele que eres enemigo de tus amigos quedaría muy mal, y tampoco es plan. Otros requisitos en cuanto a cómo les gustaría que fuese su cita, son “que tenga un buen culo”, “que esté fuerte”, “una mujer con curvas”, o (y sí, esto lo he escuchado de boca de una persona que en apariencia parecía normal), “busco un hombre que me sepa poner en mi sitio”. Ignoro si el sitio al que se refería esta señorita era una charla sobre la igualdad entre sexos, pero no lo descarto.
Mención aparte, un tema que a mí me trae de cabeza: las edades. Sí, porque hay dos opciones: o la gente está peor de lo que aparenta, o mienten mucho con la edad. Bueno, también hay una tercera opción: cuentan su edad en años de perro y por cada año que tienen realmente, se cuentan siete. Sólo de esta manera se puede entender que gente con las caras atravesadas por unos surcos que ríete tú del cañón del Colorado digan sin ponerse de tal color que tienen “35 años”. Que una cosa es quitarse un año o dos, y otra que te hagas pasar por poseedor del Carnet Joven cuando la realidad es que estás a punto de echar la solicitud para el Abono Oro…
Con estos mimbres, ¿qué podría salir mal???, os preguntaréis. Os lo digo yo: que la cita vaya bien. Si, que la cita vaya bien, que sean dos almas gemelas y conecten desde el primer momento. ¿Por qué? Porque lo que mola es que se caigan mal, que se tiren puyas, que disimulen que el otro les parece un completo inepto…Creedme, he visto a gente en First Dates haciendo cosas que no creeríais… He visto disimular que su cita les caía como el culo, mejor que algunos de esos que cuando se acerca el captador de Aldeas sin Fronteras con el chaleco naranja, se ponen a hacer como que están hablando con el móvil (que yo no lo he hecho, ¿eh?, me lo contó el otro día un amigo…). Y después de la cita… llega el momento de la verdad. Sentarse frente a frente (más bien uno al lado del otro) y decidir si quieren tener una segunda cita con esa persona que acaban de conocer, y con la que han compartido un mojito (por cierto, hay que ver lo que bebe la gente antes de cenar. Claro que con lo que se les viene encima, tampoco me extraña…). Y es en este momento cuando la gente saca su mejor argumentación dialéctica con tal de decirle al otro que no te apetece tener una segunda cita, que no tiene ganas de tocarle ni con un palo y que más vale solo que mal acompañado… Es el momento del PERO y del COMO AMIGO. “Me lo he pasado muy bien contigo, eres una persona estupenda, PERO no te veo como pareja. Pienso que podríamos llevarnos muy bien COMO AMIGOS, PERO para tener una relación no”… Algunos lo complementan con un “Si vienes algún día donde vivo, nos tomamos una cerveza…”, que sólo les falta decir “-Ya te llamo yo si eso… -Pero si no te he dado mi teléfono. -No, si ya…”. Y es que, si encontrar pareja ya es algo complicado de por sí, con cámaras de por medio y retransmitido para toda España, mucho más, que ya sabéis que la tele engorda. Pues nada, yo me voy, que… A ver, habéis sido unos lectores estupendos, y yo os quiero mucho, pero… SÓLO COMO AMIGO. ¡¡¡Nos vemos!!!